Adentro de una excesiva frugalidad, aquel vacío afinando, lo falso de aquellos componentes del espíritu sincero y la cohesión de lo centellante.
Huye, huye a consumir gigantes blancas para intentar sentir la envergadura del bienestar, intentos fallidos de claridad.
Lejos de cualquier furor, escapó a los brazos de un universo que reluce cada anochecer. Ese universo bravucón con amaneceres. Así, flotando para sentir ligereza somática, abriendo camino a la unificación de fragmentos, pretendiendo rebrotar en el yo que nunca pudo ser.
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