sábado, 6 de marzo de 2010



Añoranza integrada: Mórbido



Recorriendo los firmamentos de la curvatura de aquella criatura que pensó en la liberación del aliento.

Alrededor, telas tono carmín, una mancha de deseos y el fuego escondido entre la ternura rozando su entrepierna.
Mujer de vista amplia. Adorando la compostura. Chocando los pulgares en los tratos sexuales personales. Siguiendo hasta el fondo con el repulsivo sabor que la tienta a apartarse de lo cabal.
Detestaba que la toquen. Si la miran la avivan.
Imágenes de obscenidad de los ajenos. La actuación erótica aumenta el pulso, la sangre corre entre su vientre.
Repulsión al contacto físico.
"No quiero ser victima del tacto" - siempre se repetía.
Los ojos sollozan en cada rincón del cuerpo.
Incandescentes movimientos entre sus rosados pezones elevando la ejecución de sofocación física del observador.
"Soy la anécdota de los vigilantes, el deseo de los profanadores"


2 comentarios:

Tumeromole dijo...

Eres buenísima. En serio.

Pido ser un profanador por tiempo indefinido.

Juan Manuel Escamilla dijo...

Está mal eso de andr por ahí siendo el deseo de los profanadores. Muy mal, muy mal. ¿Qué diría Bataille? Ah, no: él, que bien. Bueno: al menos aún hay algo que profanar. Y donde hay algo que profanar, hay condiciones de posibilidad para el deseo. Con que, no todo está perdido.

Mitoteros